En esas líneas que escribía para Granma, Cubadebate y Juventud Rebelde se ilustraban los trazos una mente lúcida, lejos de lo senil. En el habla se le notaban los años y el cansancio, sobre todo los achaques de la edad y la necesidad de una recuperación, de un reposo merecido. Más tarde apareció en público y ayer volvió a intervenir en la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba, dando una clase magistral de cómo debe ser un discurso. Cargado de frases concisas, de reflexiones profundas y de verdades como puños.
Lejos de parecer un tirano, cruel, sádico y sangriento, vemos a una persona que apuesta por la paz y que ha predicado siempre el internacionalismo. Desde el triunfo revolucionario ayudó a los países de la periferia a conseguir su liberación, gracias a la intervención de Cuba en Angola hoy podemos ver una Angola independiente y se pudo ver el fin del Apartheid, como consecuencia del fracaso imperialista en la tierra de Agostinho Neto. Más allá de la eventual ayuda militar también ha proporcionado profesionales de la sanidad, la educación y el deporte a países pobres que lo han necesitado, demostrando que una política internacional por y de la paz es posible.
Cuba y Fidel han demostrado que todo es empezar y continuar con el camino trazado. Han demostrado también que la constancia es el arma que todo revolucionario debe llevar encima. Cuando todo el mundo pensaba que Cuba dejaría de ser una tierra de justos vino Raúl a demostrar lo contrario. No ha vuelto el capitalismo ni ha hecho falta la vuelta de Fidel para solucionar los problemas que se van corrigiendo en la isla. A vuelto Fidel demostrando al mundo que es inmortal como lo son el Che, Camilo Cienfuegos y Vilma Espín.
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