Esta intervención será corta, o al menos eso espero. En estos días están transcurriendo una serie de hechos que dejan desconcertado al más “pintao”. Por una parte, la ONU aprueba la intervención militar en un país, Libia, en el que existe un conflicto armado interno. En este capítulo tenemos unos países europeos que se lanzan como hienas a devorar la carroña, otros que escurren el bulto y algunos que se oponen en rotundo pero luego se abstienen. Por otra parte, un accidente nuclear que nadie sabe del todo cierto hasta dónde va a llegar. Solo sabemos que la radiación se expande por el país nipón llegando a contaminar hasta los alimentos.
Y en este “fregao” se producen los debates más intensos. Bueno, mejor dicho: se produce la manipulación y la tergiversación más intensa. Todo se resume al “afirmativo o negativo”, al “conmigo o contra mi”, al si o no; la sociedad autómata y mecanicista del Siglo XXI. Y en este “si o no”, la ingenuidad. Quisiera pensar que es ingenuidad creer que la guerra puede ser buena, o que una intervención militar puede solucionar un conflicto militar interno. Quiero pensar que no se trata de un grave caso de hipocresía política, y que la lógica del capitalismo, en su fase imperialista-sí, lleva casi más de un siglo en esa fase-ha contaminado a los partidos que se dicen de izquierdas. Las actas del Congreso de los Diputados y del Parlamento Europeo hablan por si solas.
Esta vez no se trata de que la situación haya desembocado en una intervención “necesaria”; se saltaron los pasos que indicaba el manual de instrucciones. Ni delegación de la ONU, ni observadores internacionales... ni intención de diálogo. Bueno si, solo los países del ALBA (Chávez, Evo Morales, etc.) han propuesto el diálogo ante la barbarie bélica. Hablando en plata, se les hacía tarde y el precio del petróleo no podía subir tanto como lo estaba haciendo; tenían que intervenir.
Pero en un mundo en el que se le esconde la información a la población, en el que se le dice “tranquilos, que no hay peligro de radiación”, mientras el aire respira radiactividad... es un mundo que vale la pena transformar. En épocas de barbarie el sentido común desaparece... se trata de aplicarla un poco en todos nuestros actos e intentar que la lógica con la que funciona el mundo no sea ilógica e irracional como hasta ahora.
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