jueves, 13 de octubre de 2011

Represión cotidiana: el caso esperpéntico de Renfe

Simplemente serán unas líneas. Esta mañana, cuando llegaba a la estación de Renfe de Vilanova, me he topado con un coche patrulla de los Mossos d’Esquadra aparcado en la entrada. Dentro se producía la siguiente escena: un grupo de personas retenidas ante los tornos mecánicos de la estación por dos revisores de la compañía de trenes, dos agentes de seguridad privada y dos agentes de la policía autonómica. Un espectáculo esperpéntico en el que se retenía a personas cuyo delito era no haber pagado el billete. Pues bien, para eso contratan a los agentes de seguridad privada, para eso contratan a los revisores y para eso pagamos con nuestros impuestos a los agentes del orden público.


En primer lugar, mi experiencia de usuario habitual de Renfe me dice que el precio del billete (bastante caro para ser un transporte público, y sobre todo si vas a Barcelona) nunca llega a revertirse en la calidad del servicio. Pese a que haya trenes nuevos (una renovación después de casi 15 años con los mismos trenes) no se cuidan, estando en un mal estado la mayoría de las veces. Y si no se cuidan no es porque la gente no pague el billete, sino porque se vigila más que la gente lleve el billetito, antes que controlar que no se produzcan desperfectos en los vagones. A ojos de persona común parece que los agentes de seguridad estén para decirte “baje los pies” más que para frenar a aquellas personas que, las noches de los fines de semana, molestan a los viajeros fumando todo tipo de especies y bebiendo alcohol de forma desenfrenada. Tampoco están cuando se producen peleas. Tan solo están cuando, por casualidad, no has comprado el billete o te has equivocado con el número de zonas. Para eso, solamente para eso, Renfe es un servicio eficiente.

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