La situación se va
agravando con el paso de los días: se anuncian más recortes,
subidas injustas de impuestos y de tasas, se empieza a pagar por lo
que antes era un servicio público gratuïto, y un largo etcétera.
Nos machacan con más prisa, y nosotros no estamos dando una
respuesta. Será porque es navidad, porque la actividad aun no ha
empezando o porque los turrones ejercen un efecto de aburguesamiento
infinito. Será por una serie de factores que las noticias que
recibimos son de aparente o previsible claudicación de los
sindicatos mayoritarios (de sus cúpulas). Sea por lo que sea parece
ser este inicio del año una repetición burda del anterior, pero con
nuevos condicionantes.
Las nuevas condiciones
vienen dadas por las movilizaciones de la pasada primavera, y de las
de el pasado otoño. Estas nuevas condiciones son, fundamentalmente,
una superación en la capacidad de iniciativa de movilización de las
antiguas estructuras por parte de unas estructuras que no son los que
tienen más presencia. Es decir, se da una situación en que se
generan movimientos por parte de movimientos sectoriales, y que el
único espacio que es capaz de unirlo es lo que se conoce como
Movimiento 15M. Como todos sabemos, este movimiento carece de una
estructura sólida que le garantice una continuidad temporal, más
allá de ciertos episodios espasmódicos. Esta carencia viene dada
por la juventud del movimiento y por su heterogeneidad. En todo esto
alguien se preguntará ¿y no existe ninguna estructura que sea capaz
de llegar a mucha gente y que tenga suficiente experiencia como para
marcar una estrategia y una agenda de movilizaciones? Si que existe,
pero no está por la labor. O al menos quienes la dirigen.
Esta estructura no es
otra que la de los sindicatos mayoritarios. Sus cúpulas (y eso es
bien sabido) tienen una gran experiencia en moverse por los despachos
y mantener el puesto. Un puesto que les asegura no volver al centro
de trabajo original, y que le permitirá tener una jubilación mucho
más ventajosa. Ahora bien, hay excepciones. Hay personas que
trabajan duro para que su sindicato esté allí donde se le necesite;
que esté con y para los trabajadores cuando y como se le necesite,
que plante cara a la patronal. Me parece una falta de respeto para
esta gente identificarlos con las direcciones que se venden o les
falta valentía para augmentar la combatividad de los trabajadores.
También sería un error estratégico prescindir de estas personas y
del 90% de la afiliación de CCOO y UGT, personas trabajadoras que
nada tienen que ver con Méndez o Toxo, que desgraciadamente no
participan en las decisiones globales de sus sindicatos (aunque si lo
hacen a nivel de empresa con muchos condicionantes).
Dicho esto, la crítica a
la actuación de CCOO y UGT en el terreno global está ampliament justificada. Ahora bien, como puede la izquierda alternativa y el
espacio comunista (como parte de esa izquierda) encarar el momento.
Estas serían unas breves y simples propuestas que habría que
desarrollar, pero que en este momento no se hará:
- Entender que juega un papel clave, y que debe jugarlo. Su papel debe ser el de unir todas esas luchas y encaminarlas hacia una elevación cualitativa. Es decir, su rol es el de elevar la lucha concreta a la lucha global para acabar con el sistema político anti-democrático y con el sistema económico capitalista mucho más anti-democrático que el político. Debe tener un discurso y una práctica coherente, entender que los pasos no se suceden de forma mecánica, que no se pueden hacer saltos agigantados de la noche a la mañana, pero que esos pasos se deben propiciar y nunca parar u obstruir.
- Abrirse, sumar esfuerzos pero sin perder el horizonte. Una cuestión clave es la unidad. Es una necesidad histórica recomponer el casi atomizado espacio de la izquierda, y más en concreto de lo que se llama izquierda alternativa, radical, revolucionaria o transformadora. Se deben incluir todas las personas y grupos que estén por un cambio de la realidad, pero teniendo claros los objetivos finales y no dejándose llevar por prácticas posibilistas o tacticistas. Sin maniobras desconcertantes, con transparencia y sin oportunismos.
- Redefinir la praxis, redefinir el modelo organizativo. Como se decía en el anterior punto, la izquierda alternativa y el espacio comunista deberían hacer un debate intenso y profundo sobre la práctica, y en función de éste configurar las formas organizativas que hagan falta. Llevamos muchos años con una organización en la que se basaba la actividad en las contiendas electorales. El paso de los años nos ha demostrado que política, social y económicamente -incluso ideológica y culturalmente- es un fracaso absoluto para la izquierda. Debemos definir una nueva (no tan nueva) práctica dirigida a tener una presencia permanente en la calle, recuperando viejas usanzas como la mesita informativa cada semana, el reparto de pasquines de forma permanente, la edición de boletines, la cartelería, con nuevas como las performance, o actividades de calle lúdicas, sorpresivas, etc. Y junto a esto fomentar espacios de empoderamiento, de poder popular (del pueblo), en los barrios, en los centros de trabajo y en los centros de estudio. Para esto necesitamos una organización política comunista y un espacio que una a la izquierda alternativa que, mediante espacios de participación dinámicos, esté presente en todas partes. Esto solo es posible con núcleos de trabajo (lo que antes se llamaba células) que se relacionen entre si de forma permanente y hagan un trabajo coordinado en un marco geográfico determinado; no se puede separar, por ejemplo, las problemáticas del centro de trabajo de las del barrio o de las del municipio. Unos núcleos con autonomía, que sigan una estrategia conjunta pero que tengan amplia autonomía para desarrollar su actividad.
Podréis
observar que no estoy inventando la sopa de ajo. Algunas cuestiones
pueden parecer perogrulladas, pero en la actualidad el sentido común
brilla por su ausencia. Bueno, el sentido común si que existe. Es el
sentido común de aquellas personas que se conforman con sacar un
diputado más, un concejal más, o que no ven comprensible una
crítica a una forma de hacer que reduce la presencia de una
organización por confundir modelo organizativo a fórmula
matemática. Este mismo sentido común que, a algunas personas, nos
excluye hay que superarlo por un buen sentido en el que quepan todas
las personas cuyo objetivo sea transformar la realidad y hacer
posible una vida mejor para la mayoría de la población mundial.
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