domingo, 13 de junio de 2010

Entre las medias tintas y los manchurrones (I)



/Algunas reflexiones sobre el discurso de las organizaciones de izquierdas y la agitación política/



Resulta evidente que venimos de una etapa de complejos políticos; la caída del muro de Berlín, el desmantelamiento de lo que fuera el “socialismo real” y la fulminación de los partidos comunistas en la Europa occidental (qué curiosidad que en su mayoría se llamasen “eurocomunistas”), llevó a un seguido de generaciones a pensar que hacían falta nuevos modelos.

Si bien podría ser un argumento legítimo, a fin de cuentas la organización y el planteamiento teórico de esta viene dado por unas condiciones materiales constantemente alterables, se acabó convirtiendo en una especie de paraguas ideológico que llevó a la continua evolución hacia cuerpos política y socialmente asexuados.

Miremos, a grandes rasgos, un aspecto clave en la comunicación;el lenguaje. Salta a la vista, pues, como se va adecuando éste a las nuevas situaciones que van viviendo las organizaciones políticas que en su día fueron organizaciones de clase. Así es como vemos que, a medida que van cambiando su objeto de movilización, se pasa de la “clase obrera”, de los “trabajadores”, a la ciudadanía, los ciudadanos. Y es que el cambio de lenguaje no es un cambio gratuito. Aun así, no se debe confundir cambiar el significado del discurso con el significante.

Se piensa que hablar de trabajadores ya no está de moda, o que es algo del pasado. Craso error; pensar que el hecho que los trabajadores y las trabajadoras de una fábrica, de un bar o de unos grandes almacenes no se consideren a si mismos trabajadores, no se pueda o deba utilizar un discurso de clase es hacer que la pescadilla continue mordiéndose la cola, contribuir a que esa gente nunca tenga conciencia de pertenecer a un colectivo, no tenga la conciencia de que debe organizarse para defender los intereses de ese colectivo al que pertenece. Otra cosa es querer calcar los discursos de Lenin, o el lenguaje de Marx cuando escribía Miseria de la Filosofía o El Manifiesto del Partido Comunista, que por muy bello que nos pueda parecer (y que lo es) no es comprensible para todo el mundo.

Y aquí venimos otra vez con las medias tintas. Pensando que una cosa ya no está de moda o no es actual se pasa a vaciar el discurso de contenido. Cómo se va a repartir, pongamos como ejemplo, una octavilla pidiendo el voto por la izquierda cuando ésta utiliza el mismo lenguaje que la derecha, y en muchas ocasiones utiliza hasta el mismo modus operandi, incluso hasta la misma actuación política. En este caso, también, existe un alto grado de dislexia política. Dislexia que viene a condicionar el lenguaje, las medias tintas con las que la izquierda actúa; y de entre sus filas algunos partidos comunistas.

En muchas ocasiones pasamos de las medias tintas a los manchurrones, del lenguaje acomplejado al lenguaje fuera de tono. Por eso es importante en cada momento saber a quién se dirije uno o una. ¿Tiene sentido dirigirse a los demás con un mismo patrón desde donde confeccionar la agitación política? Es evidente que no. Vivimos en un mundo que vive entre las medias tintas y el manchurrón, entre el discurso, perdonadme la expresión, “amariconado” (y con todo respeto hacia el colectivo homosexual) y el discurso descarrilado de algunos elementos ultraizquierdistas que viven permanentemente en una atmósfera prerrevolucionaria que sólo existe en su mundo de la piruleta. Este colectivo tendrá su espacio en este bloc en otra ocasión y se reflexionará de forma pormenorizada sobre el tema que centraba este texto.


Fin del Comunicado.

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