viernes, 9 de septiembre de 2011

De Tolstoi a Hessel



[Sirva de excusa por la impefecta redacción y la no profundización el escaso rendimiento creativo de los últimos meses en este blog. El autor]

Leyendo artículos de Lenin sobre arte y literatura me he topado con su colección de ensayos sobre la obra y vida de Tolstoi. En estos, Lenin hace grandes elogios de la capacidad artística y creativa del autor de Guerra y Paz para narrar y dibujar las condiciones de miseria de las masas campesinas rusas. La mayor parte de los artículos de Lenin rinden un gran homenaje a la crítica de Tolstoi al sistema semi (o del todo) feudal que existía en la estructura de la propiedad agraria, y también del papel que jugaba la Iglesia como funcionarios eclesiásticos de la represión política contra el pueblo.


Pues bien, hay un momento en el que el autor del “Estado y la Revolución” hace una parada en su carrera de elogios y va al trapo sobre las propuestas de Tolstoi para la resistencia. Citando literalmente:

<<el ardiente protestante, el acusador apasionado, el gran crítico, mostró en sus obras una incomprensión de las causas de la crisis que se cernía sobre Rusia y de los medios de salir de ella, incomprensión digna tan sólo de un ingenuo campesino patriarcal pero no de un escritor de formación europea. La lucha contra el Estado feudal y policial, contra la monarquía en Tolstói se reducía a la negación de la política, conducía a la enseñanza de la “resistencia pasiva al mal" a mantenerse por completo al margen de la lucha revolucionaria de las masas en 1905-1907. La lucha contra la Iglesia oficial iba acompañada con la predicación de una religión nueva, depurada es decir, de un nuevo veneno purificado y refinado para las masas oprimidas. La negación de la propiedad privada de la tierra llevaba, no a concentrar toda la lucha contra el enemigo verdadero la propiedad del suelo de los hidalgos y su instrumento de dominación político, la monarquía, sino a suspiros soñadores vagos e impotentes. La denuncia del capitalismo y de las calamidades que éste origina entre las masas iba acompañada de una actitud absolutamente apática ante la lucha liberadora mundial del proletariado socialista internacional>>1


Así pues, la crítica tolstoiana centraba sus esfuerzos en describir la inmoralidad del régimen señorial y del capitalismo, proponiendo unas no-formas de lucha que conducían a la apatía y a la falta de horizontes de futuro. Tal como, salvando las distancias, profesan los actuales gurús de la indignación con sus revoluciones líquidas (por lo del miedo a lo estructurado y la falta de propuestas para la acción) y moralistas. Llegados a este momento ¿Será Hessel el Tolstoi de nuestros días?

Parece ser que, pese a llamar la atención de la juventud hacia la rebelión y el compromiso con la gestión de la polis (política), al viajar a Madrid revela su amistad con los ejecutores de las medidas anti-sociales que han provocado esta ola de protestas. Y no solo su amistad personal, sino una extraña admiración política hacia los que representan lo criticado en sus libros. ¿Será esta una nueva morfina para los dolores de la cruda realidad?

La intención de estas modestas líneas no son poner en contraste la impoluta obra y vida de Lenin contra la de Hessel, plantean una batalla de ideas pero sobre todo de práctica. En el terreno de las ideas lo primero a ilustrar es la inutilidad objetiva de argumentar los posicionamientos y propuestas, en contra de la organización actual de la sociedad, mediante la graduación de perversidad o inmoralidad. Veamos, pues, que es más importante para la mayoría de la sociedad ¿lo maligno de la esencia del capitalismo o el hecho de que lo conduce a la precariedad? En el terreno de la práctica son las necesidades de la gente y no la esencia de formas abstractas lo que empujará a la mayoría de la sociedad a moverse por transformar su presente de forma colectiva.


Por otra parte, la teorización sobre abstracciones nunca nos acercará a la objetividad, en cambio sí lo hará el análisis de la realidad concreta, la conjunción de las diferentes realidades y la síntesis de éstas llevada a categoría global. Los moralismos tienden a la subjetividad radical y a la falta de conexión con la gente de a pie.

Hay que recuperar elementos decimonónicos como la pasión por la ciencia y por la utopía a partir de la lucha organizada, dejando de lado el gusto exagerado por la economía, sin caer en la renuncia de lo económico, o en los vicios posibilistas y tacticistas del presente. El método científico es clave para construir proyectos alternativos a la situación actual. Sin un análisis sobre la realidad material las consignas políticas y las propuestas no dejan de ser frases huecas, o buenos eslóganes rimbombantes que animan al espectador sin conducirlo a ninguna parte.

1. LENIN, Sotsial-Demokrat, nº18, 16 de noviembre de 1910. Obras Completas, t. XVI, pp. 293-297


No hay comentarios:

Publicar un comentario