Toda linea de pensamiento necesita de unas herramientas para construir su hegemonía en los ámbitos en los que quiera actuar. En el caso del neoliberalismo no solo tiene sus herramientas sino que ha conseguido realizar mutaciones; ha convertido a los aparatos comunicativos y políticos en un circo, en un espectáculo grotesco en el que priman las historias de alcoba bancaria. Así pues, el político ahora es un payaso. Sé que alguien podrá decir que antes ya lo eran. La cuestión es que ahora son payasos malos, de los que no hacen ni llorar de lo malos que son.
También tienen sus Pantoja, sus Jesulín de Ubrique, sus Belén Esteban. Los neoliberales, a diferencia de las estrellas de la televisión basura, influencian sobre las actuaciones políticas, publican artículos en prensa de gran tirada y dan clases en la universidad. Muchas veces son ellos mismos los que planifican y ejecutan las políticas más nocivas para la mayoría de seres humanos. La Farándula neoliberal hace más daño que la televisiva; ambas son casposas pero la primera hace lo que dice, aunque sus argumentos sean tan falsos como los de la televisiva. Ambas se retro-alimentan; la neoliberal y la televisiva drogan a la sociedad, les absorbe su capacidad racional y crítica.
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