Hoy se ha realizado el famoso sorteo de Navidad de la Lotería Nacional. Para reflexionar sobre el fenómeno de la lotería y los juegos de azar os dejo con un texto de Gramsci. Lo he transcrito de la decimosexta edición (2007) de la antología de Manuel Sacristán, Antonio Gramsci. Antología, publicada por Siglo XXI (pp. 468-471). Al ver que no circulaba transcrito por internet en formato HTML he pensado que era necesario que hoy, el día en que todo el mundo habla de la lotería, volviera a aparecer el texto.
La religión, la lotería y el opio
de la miseria.
En las Conversazioni
critiche (serie II, págs,
300-3001), Croce busca la fuente del Paese di Cuccagna, de Matilde
Serao, y la encuentra en un pensamiento de Balzac. En la narración
La rabouilleuse, escrita en 1841 y luego titulada Un ménage
de garçon, al hablar de madame
Descoings, que jugaba desde hacía ventiún años un número suyo
célebre, el "sociólogo y filósofo novelista" observa: "Cette passion, si universellmente condamnée, n'a
jamis été étudiée. Personne n'y a vu l'opium de la misère. La
loterie, la plus puissante fée du monde, ne développerait-elle pas
des espérances magiques? Le coup de roulette qui faisait voir aux
joueurs des masses d'or et de juissances ne durait que ce que dure un
éclair: tandis que la loterie donnait cinq jours d'existence à ce
magnifique éclair. Quelle est aujourd'hui la puisance sociale qui
peut, pour quarante sous, vous rendre heureux pendant cinq jours et
vous livrer idéalement tous les bonheurs de la civilisation?"
Croce
había observado ya (en el ensayo sobre la Serao, Letteratura
della nuova Italia, III, pág.
51) que el Paese di Cuccagna (1890)
tenía su orígen en un párrafo de otro libro de la Serao, Il
ventre di Napoli (1884), en el
cual "se ilumina el juego de la lotería como 'el gran sueño
de felicidad' que el pueblo napolitano 'repite cada semana', viviendo
'durante seis días en una creciente esperanza, que le invade, se
extiende, se sale de los límites de la vida real'; el sueño 'en el
que están todas las cosas de que carece, una casa limpia, aire sano
y fresco, un hermoso rayo de sol cálido en el suelo, una cama blanca
y alta, una cómoda brillante, macarrones y carne cada día, y el
litro de vino blanco, y la cuna para el niño, y la ropa blanca para
la mujer, y el sombrero nuevo para el marido'"
El
párrafo de Balzac podría relacionarse también con la expresión "el opio del pueblo", utilizada en la Crítica
de la filosofía hegeliana del derecho,
publicada en 1844 y cuyo autor1
fue un gran admirador de Balzac. "Tenía tal admiración por
Balzac que se proponía escribir un ensayo crítico sobre la Comedia
humana", escribe Lafargue
en sus recuerdos de Carlos Marx publicados en la conocida antología
de Riazanov (pág. 114 de la edición francesa). En estos últimos
tiempos (tal vez en 1931) se publicado una carta inédita de Engels2,
en la que se habla largamente de Balzac y de la importancia cultural
que se le debe reconocer.
Es
probable que el paso de la expresión "opio de la misera",
usada por Balzac para la lotería, a la expresión "opio del
pueblo" para la religión se haya visto ayudado por una
reflexión acerca del pari de Pascal, que relaciona la religión con
los juegos de azar y con las apuestas. Hay que recordar que
precisamente en 1843 Víctor Cousin identificó el manuscrito de las
Pensées, de Pascal,
que habían sido impresas por vez primera en 1679 por sus amigos
Port-Royal, muy incorrectamente, y fueron reeditadas en 1844 por el
editor Faugère partiendo del manuscrito indicado por Cousin. Las
Pensées, en las que Pascal desarrolla el argumento del pari, son
fragmentos de una Apologie de la religion chrétienee
que no llegó a terminar.
He
aquí la línea del pensamiento de Pascal (según G. Lanson, Histoire
de la littérature française, 19ème
ed. Pág., 464): "Les hommes ont mépris pour la religion, ils
en ont haine et peur qu'elle soit vraie. Pour guérir cela, il faut
commencer par montrer que la religion n'est point contraire à la
raison; ensuite, qu'elle vénérable, en donner respect; la rendre
ensuite aimable, faire souhaiter aux bons qu'elle fût vraie, et puis
montrer qu'elle est vraie". Tras el discurso contra la
indiferencia de los ateos, que sirve como introducción general a la
obra, Pascal exponía su tesis de la impotencia de la razón, incapaz
de saberlo todo y de saber algo con certeza, reducida a jugar por las
apariencias que ofrece el ambiente de las cosas. La fe es un medio
superior de conocimiento: se ejerce más allá de los límites a los
cuales puede llegar la razón. Pero, aunque así no fuera, aunque no
hubiera medio alguno para llegar a Dios, ni por la razón ni por
ninguna otra vía, en la absoluta imposibilidad de saber, habría que
obrar, de todos modos, como si se supiera. Porque, según el cálculo
de probabilidades, es ventajoso apostar a que la religión es
verdadera, y ordenar la vida como si lo fuera. Viviendo
cristianamente se arriesga infinitamente poco, unos pocos años de
mezclados placeres (plaisirs mêlés),
para ganar lo infinito, el goce eterno.
Hay
que tener en cuenta que Pascal ha sido muy fino al dar forma
literaria, justificación lógica y presitigio moral a esa
argumentació de la apuesta, que en realidad es un modo de pensar muy
corriente acerca de la religión, pero un modo de pensar que "se
avergüenza a si mismo" porque, al mismo tiempo que satisface,
parece indigno y bajo. Pascal se ha enfrentado con la "vergüenza" (si así puede decirse, pues acaso la argumentación del pari, hoy
popular en formas populares, proceda del libro de Pascal y no haya
sido conocida antes) y ha intentado dar dignidad y justificación al
modo de pensar popular.
Muchas
veces se oye decir: "¿Que pierdes por ir a la iglesia, por
creer en Dios? Si no existe, paciencia; pero si existe, te será
últil haber creído en él", etc. Este modo de pensar,
incluso en la forma pascaliana del pari, tiene un algo de volteriano,
y recuerda la frase de Heine, que decía más o menos: "¿Quién
sabe si Nuestro Señor no nos prepara una agradable sorpresa para
después de la muerte"
De
un artículo de Arturo Marescalchi, titulado "Durare! Anche
nella bachicoltura", en el Corriere della Sera
del 24 de abril de 1032: "Por cada media onza de semilla
cultivada se puede concurrir a premios que, desde una cifra modesta
(hay 400 premios de 1.000 liras), llegan a varios de 10 a 20.000
liras, y a cinco que llegan de las 25.000 a las 250.000 liras. En el
pueblo italiano está siempre vivo el deseo de probar fortuna; hoy
día aún, en el campo no hay quién se abstenga de la 'pesca' ni de
comprar números de las tómbolas. Aquí se tendrá gratis el billete
que permite probar la suerte".
Hay
por lo demás, una estrecha relación entre la lotería y la
religión: el ganar muestra que se es "elegido", que se
ha tenido una gracia particular de un santo o de la Virgen. Se podría
trazar una camparación entre la concepción activista de la gracia
entre los protestantes, que ha dado la forma moral al espíritu de
empresa capitalista, y la concepción pasiva y pícara de la gracia
propia del bajo pueblo católico. Observar la función que tiene
Irlanda en la reintroducción de la lotería en los países
angolsajones, y las protestas de lso periódicos que representan el
espíritu de la Reforma, como en Manchester Guardian.
También
habrá que ver si en el título y el tratamiento de sus Paraísos
artificiales Baudelaire se ha
inspirado en la expresión "opio del pueblo": la
fórmula le habría podido llegar indirectamente por la literatura
política y periodística. No me parece probable (sin poder
excluirlo) que existiera ya antes del libro de Balzac una manera de
decir que presentara el opio y los demás estupefacientes y
narcóticos como medios de distracción de un paraíso artificial.
(Hay que recordar, por otra parte, que Baudelaire tuvo hasta 1848
cierta actividad práctica, fue director de semanarios políticos e
intervino activamente en los acontecimientos de París de 1848). (C.
XXII; M. 288-291.)
1Karl
Marx
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