En los momentos
históricos en los que reina la confusión es habitual que aparezcan
chamanes y adivinos que nos expliquen el futuro. Las crisis orgánicas
son terreno abonado para teorías rimbombantes anunciando el fin del
mundo o el surgimiento de nuevas clases sociales. Acostumbra a pasar,
no es culpa de nadie. Por otra parte, llevamos décadas ejecutando
sin piedad a la clase obrera. Pelotones de autores ultra-modernos se
han dedicado a borrar del mapa a la clase social que debía liberar a
la humanidad del yugo capitalista. Unos la convierten en clase media,
otros le roban el protagonismo y otros crean escisiones en su seno.
En fin, un aburrimiento. Lo de siempre.
Lo último en esta
tendencia es Guy Standing. Este autor ha lanzado la hipotesis de que
el “precariado” es una clase social en formación. ¿Qué es el
precariado? Resumiendo, es el grupo social compuesto por aquellas
personas que no tienen un empleo ni un salario estable, parten de un
status conseguido a partir de la formación académica y ven limitada
su ciudadanía al no poder acceder a una serie de derechos por la
situación de desubicación laboral y habitacional. Según Standing,
el “proletariado” se define por la estabilidad laboral y por
poder tener una carrera profesional.
Sin tener tantos
conocimientos sobre la materia como Standing, creo que padece de
ciertas confusiones. La primera, la definición del proletariado. La
segunda, confundir una escisión de clase con una brecha generacional
y de género. Según este autor, lo que diferencia una clase de la
otra tiene mucho que ver con una serie de derechos adquiridos, como
la educación, y con los cambios en el mercado de trabajo. Así pues,
mientras que el precariado ha tenido acceso a unos estudios
superiores no ha conseguido un empleo estable en función de su
formación, el proletariado no tuvo acceso a esta formación pero si
a un empleo estable. El precariado, además, tiene que ver con unos
segmentos generacionales y de género muy concretos. El precariado
vendría a ser la clase social engendrada por las políticas
neoliberales que llevan governando el “mundo libre” desde los 80,
tales como la terciarización de la economía en los países más
desarrollados (que son el foco de atención de Standing), la
desregulación del mercado y el debilitamiento del Estado en el
terreno social y económico. Es fácilmente identificable lo que
podríamos llamar una generación pre-neoliberal, que se mantiene en
las condiciones laborales/vitales de aquellos destacamentos que han
resistido a la ofensiva, muy ligada a un segmento mayor de 40-50, y a
la generación pos-neoliberal (menor de 40). Serían dos generaciones
marcadas por unas políticas que han cambiado las formas de vida y
trabajo radicalmente, que han ido extendiendo un estilo de vida
precario. En definitiva, estamos ante la demostración de la tesis
del Informe Petras. Las políticas de desindustrialización y la
desregulación constante llevarían a una brecha generacional entre
una parte que continua con una forma de vida del pasado, que puede
ver empeoradas sus condiciones de vida de forma drástica en el
presente, y otra que se encuentra con un presente precario y un
futuro incierto. Otra cuestión a añadir es que a partir de la
última ofensiva neoliberal habrá otra brecha en el futuro: la de
las personas que han accedido a unos derechos como la educación
superior y las que no. Por lo tanto, en el futuro podremos hablar de
otra clase social en formación: el ultra-precariado. Bromas a parte,
el precariado no es más que un sector marcado por cuestiones
generacionales y de género, por ahora. En la actualidad nos
encontramos con la expansión de las condiciones de vida precarias
entre todos los segmentos de la clase trabajadora, lo que cambiaria
la fisonomía de esta clase y rompería esta brecha igualando a la
baja ambos sectores.
Vamos hacia atrás.
Obviamos lo dicho. El precariado es una clase social en formación.
Para formarse, no solo tiene que serlo en si,
sino que debe serlo para si.
Toda clase social existe cuando tiene conciencia de serlo. Todo grupo
existe a partir de que los miembros de este se identifica como parte
y contra otro grupo. En este caso, Standing nos dice que es un grupo
desubicado, nómada socialmente. También nos dice que, en cierta
medida, su identidad se construye a partir de la negación de lo
anterior. Es decir, nacie contra la identidad de ser parte de la
clase obrera. Vayamos por partes.
Sin
entrar demasiado en materia, un grupo nómada puede tener conciencia
de grupo, identificarse con los suyos. Ahora bien, ya se trata de un
grupo que comparte espacios que se van alternando, en muchos casos de
forma repetida. Es decir, todo grupo nómada tiene una serie de
espacios por los que transita. Estos espacios acostumbran a ser
siempre los mismos, formando un circuito. A pesar de cambiar de
espacio comparten esos mismos, y los repiten. En el caso del
precariado, su identidad no se construye en función de un espacio.
Al no tener un empleo estable su sentimiento de pertenencia a un
espacio será menor, puesto que seguramente cambiará de domicilio.
Así pues, la identidad con su barrio desaparece, así como los
espacios de este donde relacionarse con sus semejantes. Tampoco puede
relacionarse con sus compañeros de trabajo de forma estable. No
tiene, pues, el centro de trabajo como espacio de socialización con
sus semejantes. Le queda el espacio virtual, que resulta ser un
espacio incapaz de generar identidades. Las identidades se generan a
partir de lo real, por lo que al no existir espacios reales de
socialización no se pueden generar en lo virtual. Por lo tanto, si
no hay una identificación ocupacional ni espacial, el precariado
será la primera clase de la historia que no tenga identidad de
serlo. Tendrá otras identidades, como indica el siguiente párrafo
de Brenan, pero no una identidad de clase.
"En resumen, no hay
un único régimen de trabajo informal/precario sino una variedad de
ellos, no todos igual de despiadados. La lección política que hay
que sacar de esto es no clasificar a las diversas fracciones de la
fuerza de trabajo en una secuencia de mayor a menor vulnerabilidad,
como haría Standing, sino por el contrario desarrollar estrategias
que subrayen sus elementos comunes; formar alianzas entre el sector
organizado y el informal, no enfrentarlos ente sí. En el
congestionado mercado de trabajo mundial, caracterizado por una
escasez de trabajo remunerado, existe un enorme peligro de que, en
vez de unirse, los ejércitos de reserva cedan a la tentación de
considerar a los otros como rivales y luchen por cada oportunidad de
empleo que se presente. Al no movilizarse a partir de la identidad
ocupacional, no ven otra alternativa que apoyarse en lealtades
primarias de etnicidad, casta, raza y credo."
Ante esto, podríamos
hacernos algunas preguntas. Ante la desaparición de espacios y
momentos reales de socialización y relaciones ocupacionales, es
decir ante la desaparición progresiva de la identidad de clase ¿qué
otras identidades van a prevalecer? ¿Será la desaparición
progresiva de esta la causa de la expansión de las identidades
nacionales? No es casual que en un momento en que se desintegra una
sociedad el nacionalismo tome fuerza. ¿No estaremos cometiendo un
error al crear escisiones de clase difícilmente demostrables? ¿No
deberíamos centrar el foco en la precarización de toda la clase
obrera? ¿No deberíamos centrar el foco en las consecuencias que
pueda tener esto en la desaparición de espacios y relaciones que
fomenten la enajenación de los individuos de su clase real?
Deberíamos reflexionar sobre qué hacer para combatir la
fragmentación de la clase trabajadora y de su vida, y no generar
nuevas identidades que la profundice.
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