lunes, 28 de febrero de 2011

El discurso del rey


En la pasada madrugada se celebró la entrega de premios de los Óscars. Es esta la ceremonia más glamorosa y rimbombante del mundo. Pese a eso, y a la majestuosidad de sus escenas y actos, no siempre es reflejo del mejor cine; al menos por los premios que se entregan. En este caso la película más galardonada, El discurso del rey, no es avalada por la mayoría de cinéfilos.

Como primer dato utilizaré algunas encuestas, por ejemplo la del diario Público. En esta un 65% de los lectores considera que no es la mejor película, un 29,5 cree que si y un 5,5% opina que es la menos mala. Aun así, la academia de Hoolywod decidió entregarle cuatros estatuillas: mejor película, mejor actor, mejor dirección y mejor guión original. El primero es bastante dudoso, aunque dada la calidad de las películas de los últimos tiempos, sobre todo por el traspaso masivo de guionistas de películas a series o miniseries, podría ser pasable. Habría que comentar, también, qué entendemos por una buena película y cuales son los elementos en que falla o acierto este film.


A lo que atañe a mejor actor, la actuación de Colin Firth es acertada, más visible en la versión original que en la doblada a otros idiomas. Hace bien su papel de aristócrata, de príncipe y de monarca con amplias competencias. Sobre todo, destaca por su papel de tartamudo y las consecuencias psicológicas que ello acarrea.


Lo que es más dudoso es la dirección y el guión. Vayamos por partes. Consideremos que el cine es una ventana de la realidad, siempre que no sea cine ficción. Esto obliga a guionistas, dirección y equipo en general a cuidar cada elemento, hacerlo lo más verosímil posible y a no sacar de la chistera nada en absoluto. Cuando se trata de películas basadas en el pasado, siempre que no sean ucronías o películas de ficción (repito y quien avisa no es traidor), la atención hacia los detalles debe ser más acentuada y sin ningún despiste. Esta atención va de lo macro, el contexto en el que se desarrolla la acción, a lo micro, los elementos de la vida cotidiana, como pudieran ser la vestimenta, el mobiliario y apurando mucho el lenguaje no verbal.


Pues bien, si en algo peca esta película es en pasarse el contexto de la trama por el arco del triunfo. Situándonos en la trama argumental, vemos como un noble tartamudo, de la familia real, tiene una función pública que es dirigirse a la población. Dado su problema busca todas las formas de curarse, puesto que es sucesor directo del monarca y es posible que acabe siendo rey por la incompetencia para ejercer el cargo de su hermano mayor, el primogénito. Al final acaba siendo monarca y se ve obligado a dar discursos de alto nivel; en la película aparecen el de su coronación (hacen referencia) y el del inicio de la guerra contra Alemania durante la IIª Guerra Mundial.



Ahora se plantean las siguientes cuestiones. Estamos hablando de un momento crucial para el Reino Unido. Hitler ha declarado la guerra a Gran Bretaña, el país está en una situación muy complicada. Para más inri, el hermano de George VI, que ocuparía el trono de forma breve, tiene sus contactos y amistades con el Reich. La casa real es ampliamente cuestionada por su papel, y entre medio la población se ve en un escenario de incertidumbre ante posibles bombardeos. En este panorama, Tom Hooper cree que lo relevante del contexto es la figura de un rey que tiene dificultades para comunicarse con su pueblo. La verdad es que lo que intenta demostrar en esta película es que hasta los monarcas pueden ser tartamudos, como cualquier plebeyo.


A mi entender, este film no es más que una fotografía simpática de una monarquía con amplios poderes, anclada en el pasado (como todos los regímenes monárquicos) y para colmo aliada del nazismo. No hace falta comentar el bajo nivel de caracterización de los personajes, véase el irreconocible Churchill. Así pues, estamos ante el mayor reflejo de lo que es hoy el cine; una ciénaga de microhistorias que da la espalda a la realidad para centrarse en anécdotas e historietas de alcoba. Otra dosis de opio para el pueblo.

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