viernes, 8 de julio de 2011

Historia oral contra la barbarie del fascismo



Si ayer hablaba de recomendaciones literarias, en relación a ello, esbozaré algunas consdieraciones sobre la batalla contra el fascismo y sus nuevas experiencias, puesto que actualmente estoy leyendo Elogio a la militancia. La historia de Joan Rodríguez, un militante comunista del PSUC. En este libro, dicho camarada (de mi agrupación) narra sus vivencias desde su paso por los orfelinatos de los primeros años del franquismo hasta gran parte de su vida militante en el PSUC (en el que continúa militando muy activamente).

Debo, antes que nada, hacer varias consideraciones sobre el título de estas líneas. Y es que la historia oral para mi, como futuro historiador, debe ser un complemento pero tiene una profundidad pedagógica mucho más directa que la historia de las academias. La historia popular, esa que se transmite de forma personal, marca mucho más las conciencias que la historia de las grandes estructuras. Otra consideración, que también debo hacer, es que si los historiadores se dedican de forma esclusiva a la historia oral se pierden en lo anecdótico y lo parcial, sin renovar las tesis sobre las estructuras en las que se sitúan esas pequeñas historias.

Es la historia oral de las víctimas, de la gente de a bajo, la que acaba por configurar la conciencia de las personas. Son las historias del abuelo y la abuela, las del padre y la madre, las enseñanzas de los hermanos y hermanas, y los consejos y conversaciones con las amistades y compañeros/as las que acaban por marcar la interpretación personal del mundo que a uno le rodea. Partiendo de aquí, se nos presenta la obligación de trazar algunas de los elementos subjetivos que llevan al avance del fascismo. Sobre las objetivas habrá que comentar que dada una situación de crisis económica, con las masas populares empobrecidas y la clase media; una situación inestable y en conflicto, un mundo nuevo que se asoma y la reacción de la burguesía, inventando un chivo expiatorio (el judío, el inmigrante, el comunista, etc.)

Para el fascismo el elemento subjetivo de falta de rumbo, de falta de objetivos, de falta de referentes claros hacia una sociedad más justa, hace que engrosen sus filas miles de descontentos y aprovechados de la violencia contra las organizaciones de la clase obrera. Pero una cosa está clara, quien mueve y financia al fascismo es la misma burguesía que, de vez en cuando, le interesa legitimarse en su régimen (casi)democrático. Este elemento de desesperación y de violencia en turba contra el diferente es el que hizo movilizar, de forma muy violenta, las fuerzas más reaccionarias y atrasadas de la pequeña burguesía.

De momento, como escudo frágil, tenemos la historia; las experiencias pasadas. Y es que lo vivido no es fácil de borrar, aunque para ello los ladrones de la historia cuentan con medios poderosos e inimaginables. Las nuevas situaciones parecen un borrón y cuenta nueva, y más teniendo en cuenta el bajo nivel (buscado) de nuestro sistema educativo. Para eso, como pequeño (per a la vez grande) aporte, tenemos los veteranos y veteranas, esa gente que dio su vida por la libertad y que conserva un presente de lucha, una memoria viva. Memoria a la que ni la mente más pérfida puede resistir. El contacto personal directo hace que las experiencias pretéritas personales penetren en la mente y en el corazón de los receptores del mensaje. El fascismo supuso tal barbarie que la memoria de millones de personas no puede ser borrada por los mayores medios de drogadicción ideológica habidos y por haber. Y pese a eso queda mucho por recorrer; el oficio de historiador supone, para las personas críticas y conscientes de este planeta, un compromiso militante con la verdad, por la justicia y contra el sufrimiento de las clases dominadas.

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