martes, 15 de noviembre de 2011

¿Está en crisis el neoliberalismo? (II) Pinceladas de una dominación cultural

Si en la parte anterior esbozábamos un retrato robot de la naturaleza y los objetivos del neoliberalismo, sobre todo a nivel económico y político, y también sobre si había tenido éxito o no, en las siguientes lineas se darán algunas pinceladas breves. Unas pinceladas con brocha gorda, puesto que esto solo será un breve borrador para desarrollar con más cuidado en siguientes partes del artículo.


Lo primero de todo enunciar los instrumentos para la dominación ideológica; los aparatos ideológicos del Estado; un Estado entendido como parte (siguiendo las tesis de Lenin sobre el Estado) y no como árbitro. Para iniciarse en esta temática está bien leer algunos escritos de Althusser. Hiendo al grano, los aparatos de los que se dota esta corriente política e ideológica, que vienen a ser los que en la etapa histórica en la que vivimos necesita la clase dominante para perpetuarse, son (1) el sistema educativo, (2) la prensa y los medios de comunicación y (3) una nueva forma de organizar el trabajo que liga al asalariado a los intereses de la empresa.

Empezando por el principio, sobre el sistema educativo, las personas que estén un poco puestas en el tema se habrán dado cuenta que todas las legislaciones (tanto de PSOE como de PP) han ido en una tendencia muy clara: rebajar los niveles, enterrar lo que pudiera quedar de educación integral y global y fomentar el uso de mecanismos que separen la enseñanza del fomento de una capacidad crítica y reflexiva por parte del alumnado. A nivel de la enseñanza media cabe recordar la famosa LOGSE, y a nivel universitario, a partir de la LRU y en la actualidad con la implantación del EEES (vía LOU y LOM-LOU) se gestó un camino en el que se agudizaba la división social del trabajo: las personas con más capacidad adquisitiva recibirían unos estudios muchos más cualificados que los que no, perpetuando la división entre el trabajo intelectual (dirigente en la escala productiva) y el manual.

En cuanto a los medios de comunicación y la prensa todo lo que pudiera parecer crítico fue condenado al ostracismo. Los programas de crítica política o cualquier forma de creación escrita, audiovisual o radiofónica que incitara al pensamiento crítico fueron expatriados a la nada. Se fueron eliminando progresivamente programas de televisión o se les edulcoró tanto que acabaron por perder su sentido y la audiencia pasó factura. Paralelamente, en el sector se han ido gestando una especie de latifundio mediático, en el que toda la información y la emisión de ocio ha ido pasando a propiedad de pocas manos. Lo que llaman libertad de prensa no deja de ser una farsa. Así pues, acumulando los medios de comunicación en pocas manos se servía en bandeja la posibilidad de tener vía libre para infundir una forma de pensar y una forma de actuar; un sentido común. A falta de una prensa alternativa fuerte, o de figuras intelectuales de renombre, el neoliberalismo tenía todas las de ganar y ganó.

El tercer aspecto a comentar, y que vendría a representar el elemento que más afecta a la vida cotidiana de la mayor parte de la sociedad, se gestó en los 90. Quizás peco de simplista si afirmo que la implantación del modelo toyotista representó un gran shock para la clase trabajadora. Pues bien, si hasta el momento el trabajador había visto al patrón como el enemigo, o como un ser con el que compartía pocas cosas, en este momento se aplicaba una forma de organizar la producción en la que los elementos lacayos del patrón salían mucho más beneficiados, en el que el control sobre las manías de los trabajadores por defender sus derechos era hecho por los propios trabajadores en el día a día. Esto, sumado a una campaña hipócrita que tenía como finalidad que el trabajador hiciera suyos los valores de la empresa (que casualmente eran los mismos en todas las empresas: esfuerzo, trabajo en equipo, lealtad a la empresa, sacrificio...), dejó KO tanto a los obreros en particular como al movimiento sindical en general. Por si faltara otro ingrediente, los años posteriores fueron años de bonanza, por lo que el patrón podía tener la manga ancha para sobornar con subidas salariales a trabajadores en concreto mediante ascensos de categoría, etc.


Hasta aquí mis reflexiones sobre como se fraguó la dominación cultural neoliberal. Faltará por analizar con qué fuerzas contaban las resistencias y como actuaron. También, se expondrán las alternativas que se han ido proponiendo, las que se están construyendo o las que todavía forman parte de un programa político que está por construir una mayoría de cambio social.

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